
Enric Prat de la Riba Sarrà (Castelltersol, 29 de noviembre de 1870-Castelltersol, 1 de agosto de 1917). Se licenció en Derecho y fue político y escritor. Ensayista y autor de numerosas obras, fue así mismo un importante impulsor de la propaganda nacionalista catalana. Así, es considerado uno de los padres teóricos del nacionalismo catalán.
En 1901 fue uno de los fundadores de Lliga Regionalista, con la que logró alcanzar la presidencia de Diputación provincial de Barcelona y, más adelante, de la Mancomunidad de Cataluña.
SUS FRASES:
“La question catalane: L’Espagne et la Catalogne. Noticeadressée a la presse européenne par le comité nationalistecatalan de Paris, D. Dumoulin et Cie, París,1898, p. 6”:
“Los castellanos, que los extranjeros designan en general con la denominación de españoles, son un pueblo en el que el carácter semítico es predominante; la sangre árabe y africana que las frecuentes invasiones de las gentes del Sur le han inoculado se revela en su modo de ser, de pensar, de sentir y en todas las manifestaciones de su vida pública y privada. Es por eso que inspira tanta atracción a los extranjeros que rebuscan todo lo que es característico, es por eso también que los pueblos civilizados de Europa, tienen tanta dificultad para comprender su manera de actuar “
“La salvaciód’Espanya II”, La Veu de Catalunya, I/42, 12 de febrero de 1899, ed. de la mañana, [p. 1]:
“Cataluña tiene la fuerza de la prosperidad económica, con su acompañamiento natural de energías intelectuales, morales y artísticas; la tiene menos intensa, es verdad, que las naciones extranjeras bien gobernadas; pero es, con contadas si bien honrosas excepciones, prácticamente la única dentro de España, la principal representante de la civilización europea en ese fajo mal atado de kabilas africanos que el Estado español encarna.”
“La Senyera”, 12 de noviembre de 1907. “Greater Catalonia”:
“La raza catalana no ha tenido nunca un nombre nacional. Al comienzo de la historia cuando las embarcaciones fenicias, yendo y viniendo de sus factorías a la metrópolis surcaban el mar sardo, las tribus establecidas en nuestro territorio tenían un nombre común. Más tarde, cuando las largas y esbeltas naves de los fenicios amarraron en nuestras costas, tenían nuestros antepasados un nombre común también, nombre que, perpetuado por los geógrafos, se extendió después por toda la península: Iberia. Pero, desde entonces, nunca más un único nombre étnico ha designado a todos los hombres de nuestra nacionalidad. Mientras tanto hagamos como los ingleses de su Greater Britannia, hablemos de la Cataluña grande, que no es el Principado solamente, ni Mallorca, ni el Rosellón ni Valencia, sino Valencia y Mallorca y el Principado y el Rosellón y todos a la vez. Levantemos bien alzada la bandera de la Cataluña grande. En los buenos tiempos de esta tierra, todos nos decíamos catalanes, tanto los hijos del Principado como los de Valencia, como los de Mallorca y nos lo decían nuestros reyes y nos lo decían por todo el mar latino; como catalanes por igual nos llaman hoy los etnólogos extranjeros y con este común denominador, bajo un mismo color, nos representan en los atlas etnográficos. Los hombres más eminentes de Mallorca ya han proclamado bien alta esta unidad suprema de la raza, y catalanes se han llamado y catalanes de Mallorca llamamos a los hijos de la isla dorada. También se darán cuenta algún día en Valencia y entonces la Cataluña grande, redimida, fuerte y plena, podrá soñar con una “más grande” Cataluña, la que late en los patois y duerme en los archivos más allá de los Pirineos. Nada de provincialismo tiene nuestra causa. La nacionalidad catalana es un organismo social completo y autónomo, por encima del cual, en el orden de la naturaleza no se levanta más que la sociedad total de los pueblos. No nos movemos por espíritu de provincia, porque las provincias no tienen espíritu, sino por espíritu de pueblo y por impulsos de raza: no aspiramos a ser diferentes, lo somos, y porque lo somos, trabajamos en sentido diferente de cómo lo querrían los españoles castellanos, que, también porque son diferentes de Nosotros, van por caminos diferentes.”
En su libro “La nacionalitat catalana (1906)” escribe:
«Los pueblos bárbaros han de ser sometidos de buen grado o a la fuerza. Las potencias cultas tienen el deber de expansionarse sobre las poblaciones retrasadas».
«Había que saber que éramos catalanes y nada más que catalanes, había que acabar con esa monstruosa bifurcación de nuestra alma, esa labor no la hizo el amor sino el odio”.
“Son grandes, totales, irreductibles las diferencias que separan Castilla y Catalunya, Catalunya y Galicia, Andalucía y Vasconia.”
“La castellanización de Cataluña sólo es una costra sobrepuesta, una costra que se cuartea y salta, dejando salir intacta, inmaculada, la piedra indestructible de la raza”.
“La religión catalanista tiene por Dios a la Patria«.
«La Nacionalidad es un principio espiritual (…) Y ese espíritu no existiría (…) si la unidad de la lengua (y esto es lo fundamental) no hubiese vaciado en un molde único el pensamiento colectivo».
“Es, pues, el imperialismo un aspecto del nacionalismo, un momento de la acción nacionalista: el momento que sigue al de la plenitud de la vida interior, cuando la forma interna de la nacionalidad, acumulada, irradia, sale de madre, anega y fecunda las llanuras que la rodean”
ASÍ ENSALZAN SUS PALABRAS Y SUS ACTOS LOS PODERES PÚBLICOS:
Plaza de Prat de la Riba, Barcelona.
Monumento erigido en su honor en la Plaza Prat de la Riba, en Barcelona:

Plaza Prat de la Riba, Castellterçol (Bacelona).
Calle de Prat de la Riba, Sabadell (Barcelona).
Calle de Enric Prat de la Riba, Mataró (Barcelona).
Calle Prat De La Riba, Terrassa (Barcelona).
Calle de Prat de la Riba, Berga (Barcelona).
Calle de Prat de la Riba. Viladecans (Barcelona).
Calle de Prat de la Riba, Tarragona.
Avenida de Prat de la Riba, Valls (Tarragona).
Avenida de Prat de la Riba, Lleida.
Calle de Prat de la Riba. Palma de Mallorca.
A Terrassa també tenim un carrer anomenat Prat de la Riba.
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Cierto. Gracias. Completado.
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