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Batista i Roca

Josep Maria Batista i Roca (Barcelona, 23 de junio de 1895 – 27 de agosto de 1978) fue un historiador, etnólogo y político que estudió Filosofía y Letras y Derecho en Barcelona, se doctoró luego en Madrid y se especializó en Etnología en Londres y Oxford.

Es considerado uno de los fundadores de la antropología de base científica en Cataluña. A nivel académico, es reconocido como el fundador de la etnografía catalana, asociándola al folclore.

Fue uno de los fundadores del Archivo de Etnografía y Folklore de Cataluña en 1917

A mediados de la década de 1910, transcurrió largas temporadas en Inglaterra, donde además de centrarse en sus investigaciones visitó Irlanda, influenciándose por el nacionalismo de la isla, justo en su cenit antes de la independencia.

Sobresalió por introducir en Cataluña el movimiento escolta con la base de los ‘scouts’ de Baden Powell tras descartar otros ejemplos como los ‘balilla’ italianos, las juventudes mussolinianas.

Fue uno de los fundadores del escultismo catalán, junto con el doctor Pere Gabarró i García, y en 1927 impulsó posteriormente con Mn. Antoni Batlle​ la organización de los Minyons de Muntanya de la que fue Jefe Scout Nacional hasta 1959. También fue uno de los fundadores de la revista Excursionisme. El año antes, cuando fue detenido el pelotón de la Bandera Negra que intentó asesinar a Alfonso XIII de España en el complot de Garraf, se hizo cargo de la Sociedad de Estudios Militares (SEM), que intentó aconvertir en ORMICA (Organización Militar Catalana), y que integró el Grupo 1640, organización secreta y clandestina.

Cuando Francesc Macià proclamó la República Catalana el 14 de abril de 1931, Batista i Roca creó con Pere Màrtir Rossell i Vilar y con Miguel Arcángel Baltà i Botta la Guardia Cívica en torno al President, para defender la República Catalana recién constituida, y que con el tiempo habría de convertirse en la Guardia Nacional de Cataluña. Poco después creó la agrupación patriótica Palestra, fuerza influida por sokols checoslovacos.

La caída del núcleo duro de esta operación supuso para Batista i Roca recibir en cargo la SEM (Societat d’Estudis Militars), fundada en 1924 con el fin de formar cuadros de mando de un ejército catalán. Sus miembros recibían clases teóricas y prácticas en el Ateneo barcelonés. Estas lecciones se inspiraban en los manuales de la escuela de Saint-Cyr y con toda probabilidad fueron usadas en la experiencia paralela de Ormica (Organización Militar Catalana), con idéntica voluntad a la de su antecesora y patrocinada por Batista, quien no contento con tantas siglas ingenió en abril de 1930 otra entidad, Palestra, acusada con frecuencia durante la República de paramilitar y en exceso extremista.

Palestra, organización devota de los ‘sokols’ checos y el Fianna Éiream irlandés, privilegió acuerdos con Nosaltres Sols! y otros grupúsculos de carácter más radical para integrar el Partido Nacionalista Catalán, sin que ello impidiera la argucia de rodear al ‘president’ Macià de una Guardia Cívica.

Batista i Roca volvió a España tras la muerte de Franco y fundó Unió Democrática de Catalunya en 1978.

SUS FRASES:

Batista i Roca solía decir que Catalunya era:

La seva novia, la seva dona, la seva filla, la seva mare, la seva vida.”

En 1925 publicó en la «Revista de Catalunya» un texto «científico» en el que animaba a interpretar la historia de la Humanidad como la historia de las razas humanas; en este sentido, consideraba que la raza catalana no se había alterado en 5.000 años”. Por esto, en 1934 animó a la Generalitat a emprender medidas médicas eugenésicas, como los nacionalsocialistas, para evitar su mezcla con los pueblos del resto de España.

Suscribió el manifiesto “Per la conservació de la raça catalana” el sábado 12 de mayo de 1934. En el mismo los firmantes proponían crear una “Societat Catalana d’Eugènica” (sociedad catalana de eugénica) que decidiera cómo perfeccionar la “raza catalana” y preservarla de la contaminación del resto de pueblos españoles:

Por la Conservación de la raza catalana:

Ahora que Cataluña vuelve a recobrar su personalidad política y tiene delante de ella nuevas responsabilidades, se debe procurar que toda la estructuración social y económica de nuestro pueblo se base firmemente sobre una población creciente y sana, homogénea en cuanto al sentimiento patriótico y con una clara visión de los destinos de nuestra patria. La población catalana atraviesa, sin embargo, un período muy crítico similar, en cierto modo, a lo que se producía en los países decadentes políticamente o económicamente que fueron trabajados profundamente por todas las maldades de la última guerra mundial, pero con raíces más profundas para que nuestro descenso demográfico ya venga de lejos y ofrezca en algunos lugares de Cataluña caracteres esencialmente graves que pueden hacer pensar en transformación o retroceso de la capacidad genética. Junto a esta posible causa de carácter constitucional está todo el problema de la limitación de los nacimientos con graves consecuencias de carácter fisiológico, moral, económico, social y hasta quizás político.

Para compensar el desequilibrio entre los nuevos contingentes humanos que producimos y los que necesitamos para llevar adelante nuestras actividades, debemos acudir forzosamente a la inmigración forastera difícilmente controlable porque, suponiendo que fuera posible limitar el número de los recién llegados de acuerdo con las necesidades de cada momento, ya no lo sería poder efectuar una elección cualitativa. Pero, aunque no pudiéramos vigilar o dirigir la mezcla de razas en el sentido político de la palabra, al menos no deberíamos permanecer desprevenidos ante las posibles consecuencias de aquella. Aun en el caso extremo de que los catalanes, digamos autóctonos, debieran quedar en franca minoría en un futuro más o menos próximo, deberíamos ver cuáles serán las características de los nuevos catalanes descendientes de inmigrantes o producto de mezcla.

Fuera incomprensible que las actuales generaciones que se encuentran en el momento crucial cuando puede empezar a comprobar una transformación esencial de nuestra raza no se decidieran a emprender un estudio de este experimento de tanta trascendencia para la Cataluña de mañana. Biólogos, higienistas, antropólogos, historiadores, demógrafos, economistas, sociólogos y juristas deben colaborar en esta tarea humanitaria y patriótica de sentar las bases científicas de una política catalana de la población. Creen los que firman esta llamada que es de urgente consideración ir a la recopilación de voluntades en una Sociedad Catalana de Eugénica que analice las numerosas cuestiones y los diferentes problemas de todo orden y urgente resolución que conlleva la situación, que brevemente se ha expuesto, para la vida catalana y lo haga con relación a los estudios que puedan efectuar los otros pueblos peninsulares y los otros países. También debería coordinar la búsqueda de los adecuados medios de defensa de nuestra raza con las obligaciones internacionales que se derivan de los convenios de la Sociedad de Nacionales, que el Gobierno de la Generalidad debe hacer cumplir.

Todos los que simpaticen con esta iniciativa pueden dirigirse al Instituto de Investigaciones Económicas (Laietana, núm. 18, quinto), para que sean convocados oportunamente a la reunión de constitución de la Sociedad Catalana de Eugénica.

Jaume Alcober; J. M. Batista i Roca; J. M. Bellido; J. Calicó; Albert del Castillo; Leandre Cervera; Pompeu Fabra; J. M. Girona i Cuyàs; F. Masponç i Anglasell; E. Mira; P. Nubiola; Antoni Peyri; Jaume Pi i Sunyer; H. Puig i Sais; J. de C. Serra-Ràfols; Anfós Trias i Maixenes; J. A. Vandellós; Salvador Vives.

Sábado, 12 de mayo de 1934”

El 18 de julio de 1936 Batista i Roca escribió lo siguiente en el Diari de Barcelona:

“No es sólo la República Catalana que debe nacer de esta revolución. Del total hundimiento de España a que hoy asistimos, debe salir la reunión de todos los países de lengua catalana: Cataluña, Valencia, Baleares y la zona catalana de Aragón, en una unidad política”

En su conferencia “Formació històrica de l’Estat espanyol (1976)” pronunciada en la Universidad de Ginebra, dice lo siguiente:

“…Y esta es exactamente la historia de Castilla: cuando los castellanos han arrancado la hierba de su propio país comen la hierba de los otros países: el Sur de España durante el periodo árabe, América en la época de los descubrimentos geogràficos y también hoy cuando han agotado los recursos de Castilla, caen sobre el vascos o los catalanes para comer la hierba de sus países…Había un movimiento de expansión de las regiones de montaña hacia los planos superiores, mesetarios, de Castilla. Entonces los visigodos organizaron una línea de castillos para proteger Castilla contra estas invasiones. Se construyó una línea de castillos, de ahí que se llamaba Castilla…»

El gobierno del PSOE de Pedro Sánchez, presionado por el PNV, ha desclasificado documentos del Archivo General militar de Ávila anteriores a 1968.

El inventario confirma que los servicios de inteligencia del régimen de Franco dedicaron no pocos esfuerzos a seguir a la oposición que existía en España y, con menos intensidad, la que estaba en el exilio. Encontramos unos pocos informes y copias de cartas sobre los nacionalistas catalanes. Los documentos mostrados confirman la tajante división que existía entre los catalanistas partidarios del autonomismo, como Josep Tarradellas, y los independentistas de Carles Pi i Sunyer y Josep Batista i Roca.

La desclasificación de documentos del archivo general militar de Ávila evidencia que Josep Batista i Roca, entre otros, fue fundador y cerebro de la banda armada terrorista Exèrcit Popular Català (EPOCA) a finales de los años 60 (En la caja 21.650 del Archivo General Militar de Ávila se ha desclasificado un documento que relaciona a Batista i Roca con la organización del terrorismo en Cataluña en los últimos años del franquismo). Esta organización terrorista (EPOCA) con unos 50 activistas jóvenes, adiestrados con armamento enviado por un exiliado suizo y cerca de 200 simpatizantes, fue la que el 9 de mayo de 1977 asesinó al industrial Presidente de Cros S.A. José María Bultó Marqués y el 25 de enero de 1978 al ex alcalde de Barcelona Joaquín Viola Sauret y a su esposa Montserrat Tarragona Corbella.  Los activistas de EPOCA les colocaron en el pecho artefactos explosivos y les exigieron dinero, 500 millones de pesetas a Bultó y 18 millones al matrimonio Viola. La explosión de las bombas destrozó por completo sus cuerpos.  Si bien nunca pudo demostrarse su papel intelectual en el grupo terrorista, las sospechas, contempladas desde cierto catalanismo del momento no eran nada ilógicas si se atiende a la hoja de servicios de Batista i Roca.

Para fundar el Exèrcit Popular Català, EPOCA, y en base a su gran experiencia en organizaciones militares clandestinas y en el adoctrinamiento de los jóvenes, Batista i Roca encargó a Jaume Martínez Vendrell, antiguo oficial del ejército republicano y líder de la rama militar del Front Nacional de Catalunya, FNC, la formación teórica y práctica de unos cincuenta militantes en el uso de las armas y las técnicas de guerrilla urbana. Pero EPOCA no comenzó a actuar hasta después del regreso del exilio de Batista i Roca, en 1976. La policía intervino a los imputados por el asesinato de Bultó una “lista negra” en la que aparecía Joaquín Viola, aunque no le dieron demasiada importancia porque era una lista con más de cien nombres.

En suma, vemos pues que Batista i Roca colaboró con el grupo terrorista Bandera Negra, ligado al Estat Català, el partido de Francesç Macià, que intentó matar a Alfonso XIII en 1925. Batista i Roca se hizo cargo después de la Societat d’Estudis Militars (SEM), por orden de Macià, y la transformó en una banda armada, la Organización Militar Catalana (ORMICA), que se integró en el Grupo 1640, en referencia al año de la revuelta de los segadores. Ya en la Segunda República se convirtió en lo que el historiador Ucelay-Da Cal llama «promotor cultural»; esto es, una persona que actuaba sin filiación partidista concreta, pero que se encargaba de reclutar nacionalistas en defensa de la cultura propia en organizaciones parapolíticas. Creó así el grupo “Palestra” bajo la presidencia de Pompeu Fabra, una asociación deportiva juvenil para formar una élite física e intelectual catalanista. En 1931 organizó una Guardia Cívica Republicana para, decía, defender Cataluña de la República española. Estuvo implicado en el golpe de Estado de 1934 y llegó a culpar a Companys de su fracaso, por lo que formó parte del complot para su asesinato en noviembre de 1936. Luego vivió en el exilio como profesor en el Trinity College de la Universidad de Cambridge.

Batista i Roca siempre pensó que era necesario adoctrinar a las nuevas generaciones en el nacionalismo, por lo que creó el «Escultismo», la versión catalana de los boy scouts. La idea era el encuadramiento de los menores para que aprendieran y difundieran la cultura y el paisaje catalanes. Esa práctica resurgió en los años 50 ligada a asociaciones clandestinas inspiradas por Batista i Roca como forma de contrarrestar el empeño falangista por educar a la juventud en Cataluña. El «Escultismo» logró su legalización en 1966 por mediación del episcopado catalán, y a partir de ahí constituyeron escuelas para educadores y padres de familia. El plan de Batista era utilizar una organización como un modo de preparación física y doctrinal de élites que pudieran desempeñar acciones armadas para defender la futura independencia de Cataluña. En la caja 21.650 del Archivo General Militar de Ávila se ha desclasificado un documento que relaciona a Batista i Roca con la organización del terrorismo en Cataluña en los últimos años del franquismo. El texto da cuenta de la reunión de la tercera Conferencia Nacional Catalana, grupo dominado por Batista, celebrada entre el 24 y el 26 de mayo de 1969. El informador dice que ahí se encontraba el «sector más exaltado y violento del separatismo catalán», mientras que los de Tarradellas, decía, «no han asistido». El agente, que mandó su informe desde Barcelona, relata que se planteó la necesidad de organizar en Cataluña grupos terroristas. En esa reunión, se lee en el documento ahora desclasificado, Batista i Roca manifestó que existían «4.000 muchachos jóvenes en cuadros de Minyons de Muntanya» (su asociación de «escultismo»), con «posibilidades de ser integrados en grupos de acción tipo ETA». Batista encargó entonces a Jaume Martínez i Vendrell la constitución de una organización armada: Exèrcit Popular Català (EPOCA), con unos 50 activistas jóvenes, adiestrados con armamento enviado por un exiliado suizo y cerca de 200 simpatizantes. Tras cometer dos asesinatos, el cerco policial se estrechó, pero no cesaron sus actividades. La necesidad de supervivencia hizo que los miembros de EPOCA, el grupo inspirado por Batista i Roca, se uniera a otras dos organizaciones para fundar la banda terrorista Terra Lliure en 1978. Tras varios atentados mortales, se disolvió y algunos de sus dirigentes se incorporaron a ERC. Batista i Roca volvió a España tras la muerte de Franco, fundó Unió Democrática de Catalunya y murió en 1978. Dos años después, los cómplices de EPOCA delataron su protagonismo en los atentados terroristas.

ASÍ ENSALZAN SUS PALABRAS Y SUS ACTOS LOS PODERES PÚBLICOS:

Calle de Batista i Roca, Distrito de Les Corts, Barcelona.

El 14 de junio de 1991 el Ayuntamiento de Barcelona, con Pascual Maragall de alcalde, dedicó una calle del Distrito de Les Corts a Josep María Batista i Roca.

Calle de Batista i Roca. Badalona (Barcelona).

Calle de Batista i Roca, Parets del Vallès (Barcelona).

Calle Batista I Roca, Mataró (Barcelona).

Calle Batista I Roca, 3, Sant Just Desvern (Barcelona).

Calle Batista I Roca, Esparreguera (Barcelona).

Calle Batista I Roca, Reus (Tarragona).

Albergue Josep Maria Batista i Roca, El Masnou (Barcelona).

Desde 1988 el subvencionado Institut de Projecció Exterior de la Cultura Catalana otorga los Premios Batista i Roca a la presencia catalana en el mundo, que se entregaron durante un tiempo en el Saló de Cent del ayuntamiento de Barcelona por decisión de Xavier Trias (CiU).

La Generalitat realizó un homenaje en 1993 a Josep Maria Batista i Roca y publicó sus textos políticos con un prólogo de Jordi Pujol que decía que era un «luchador incansable a favor de la causa nacional de su país».

Jordi Pujol le calificó como «personalidad humana rica en valores del espíritu».

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